El viernes 14 de marzo, Jorge y
Laura, farmacéutico y enfermera del área sanitaria VII de Asturias, realizaron por
primera vez en el IES Valle de Aller un charla de fotoprotección
solar. Este taller surgió de la necesidad de concienciar a los estudiantes de 4º de ESO sobre los peligros que la exposición excesiva al sol puede causar, como quemaduras,
envejecimiento prematuro de la piel y cáncer de piel, además de
los riesgos para la salud ocular. Por otra parte, los daños solares son
acumulativos y pueden afectar a la piel y otros órganos a largo plazo.
El Sol es la fuente de energía primordial para la vida en la Tierra. A través de la fotosíntesis, las plantas, algas y cianobacterias captan la energía solar para producir materia orgánica, base de la cadena alimentaria, y liberan oxígeno. Además, la energía solar calienta la atmósfera y los océanos, lo que impulsa los vientos, las corrientes marinas y el ciclo del agua, fundamental para el equilibrio del planeta.
Los seres vivos, incluidos los
humanos, dependen de la luz solar para regular sus ciclos biológicos, controlar su actividad diaria y coordinar procesos esenciales como la reproducción y las migraciones. Los
humanos solo somos capaces de ver el espectro visible,
mientras que otras especies, como algunas aves e insectos, pueden detectar radiación
ultravioleta, y ciertos depredadores nocturnos son capaces de percibir radiación
infrarroja.
El Sol no solo es esencial para la vida, sino que también tiene efectos importantes en nuestro bienestar. La exposición solar influye en la producción de serotonina y melatonina. La serotonina está asociada con el estado de ánimo, mientras que la melatonina regula el sueño. Ambos son fundamentales para nuestra salud mental y emocional, ayudando a prevenir la depresión estacional.
Además, la exposición a la radiación UV-B es necesaria para que nuestra piel produzca vitamina D, vital para la salud ósea y muscular y el sistema inmunológico. La vitamina D es especialmente crucial a medida que envejecemos, ya que a partir de los 25 años comenzamos a perder masa muscular, y en las mujeres, la menopausia puede causar una disminución significativa en la masa ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis.
El Sol emite diversas radiaciones, entre ellas luz visible, infrarroja y ultravioleta.
A continuación se detallan las
diferentes radiaciones solares que atraviesan la atmósfera:
- Luz
visible (400-700 nm):
Atraviesa casi al 100% la atmósfera y es la principal fuente de iluminación
natural.
- Infrarrojo cercano (700 nm - 3 µm): Responsable del calor que sentimos al sol. Contribuye al envejecimiento prematuro de la piel, causando arrugas y flacidez.
- Radiación
ultravioleta A (UV-A, 315-400 nm):
Penetra profundamente en la piel, llegando a la dermis, y puede causar envejecimiento
prematuro de la piel (arrugas, manchas). Su exposición
prolongada también está asociada al desarrollo de cáncer de piel,
incluido el melanoma.
- Radiación
ultravioleta B (UV-B, 280-315 nm):
Filtrada en un 90-95% por la capa de ozono, pero la radiación que llega es
suficiente para estimular la producción de vitamina D y, al mismo
tiempo, puede provocar enrojecimiento, quemaduras solares y aumentar el
riesgo de cáncer de piel.
- Radiación
ultravioleta C (UV-C, 100-280 nm):
Bloqueada completamente por la capa de ozono, aunque es la más
peligrosa, no llega a la superficie terrestre.
- Infrarrojo
medio y lejano:
Absorbido principalmente por el vapor de agua y el dióxido de carbono en
la atmósfera.
Factores endógenos
- Color
de los ojos:
Las personas con ojos más oscuros, que tienen mayor cantidad de melanina,
están mejor protegidas frente a los efectos dañinos del sol.
- Color
de la piel:
Las pieles con mayor concentración de melanina, como las pieles tipo V y
VI (comunes en personas hindúes y de ascendencia africana), tienen mayor
protección natural. Las pieles muy claras (tipos I y II) son más
vulnerables a los daños solares.
- Altitud: En zonas de alta montaña, la
atmósfera es más delgada, lo que aumenta la exposición a la radiación
ultravioleta.
- Reflexión
en la playa y la nieve:
La arena, el agua, la nieve y el hielo reflejan los rayos solares, lo que
intensifica la radiación UV.
- Superficies
urbanas: El
asfalto y el concreto de las ciudades también reflejan radiación solar.
- Cabinas
de bronceado de rayos UV-A
y lámparas de radiación ultravioleta UV-A usadas en manicuras y
pedicuras: Incrementan la
exposición.
- Horarios
de mayor radiación:
Entre las 12:00 y las 16:00 horas, especialmente en verano, los rayos
solares son más intensos.
- Medicamentos
fototóxicos:
Algunos medicamentos de uso cotidiano pueden hacer que la piel sea más
sensible a la radiación UV, aumentando el riesgo de quemaduras solares.
- Latitud:
Las zonas cercanas al ecuador tienen mayor radiación UV debido a la
incidencia más directa de los rayos solares.
Fotoprotección ocular
El ojo humano tiene su propia protección natural contra la radiación, gracias a estructuras como la córnea, el cristalino, las pestañas, las cejas y los párpados. Sin embargo, en situaciones de exposición intensa al sol, es necesario proteger los ojos adicionalmente. Las gafas de sol son una excelente opción, pero deben cumplir ciertos requisitos:
- Marcado CE para garantizar su calidad y seguridad.
- Filtros UV 400, con un 100% de protección frente a la radiación UV-A y UV-B
- Capacidad para bloquear el 75% de la luz visible (filtro 3).
- Compra en lugares especializados.
Las gafas fotocromáticas, que se oscurecen con la luz solar, son muy
útiles para adaptarse a condiciones cambiantes de luminosidad.
Para días
nublados, las gafas con lentes amarillas pueden ser beneficiosas, ya que
mejoran el contraste y la visibilidad.
El daño ocular debido a la
exposición excesiva a los rayos solares puede causar conjuntivitis, así
como daños en la retina o en el nervio óptico, afectando la
visión a largo plazo.
Fotoprotección cutánea
Además de utilizar ropa adecuada (sombreros, gorras, manga larga y pantalones largos), usar sombrillas y buscar sombra, es fundamental aplicar protectores solares con un SPF mínimo de 30, preferiblemente 50, 30 minutos antes de la exposición y renovarlo cada 2 horas, o más a menudo, si estamos en el agua o sudando.
Los bronceadores sin sol pueden dar color a la piel, pero no ofrecen ninguna protección frente a la radiación solar, por lo que no sustituyen a un protector solar.
Tras la exposición al sol, es fundamental aplicar cremas hidratantes o aftersun para evitar el envejecimiento prematuro de la piel. El aloe vera es una excelente opción para calmar la piel irritada.
El melanoma es un tipo de cáncer de piel muy invasivo que suele desarrollarse rápidamente. Por eso, es esencial vigilar cualquier cambio en los lunares o manchas de la piel, como alteraciones en color, textura o forma. Herramientas como Melanoma Test, FotoSkin, AI Dermatolgist, Miiskin Skin Tracker, Molexpler pueden ayudarnos a detectar lunares peligrosos de forma temprana.
Una dieta rica en antioxidantes, a base de frutas y verduras de color, puede ayudar a proteger la piel desde el interior, actuando como una barrera natural contra el daño solar.
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