Nos había
quedado un último reto pendiente en “21 días para salvar el
planeta”, el de difundir el mensaje de nuestra experiencia, pues si
conseguimos en nuestros lectores pequeños cambios podremos
conseguir grandes mejoras a nivel global o planetario.
Aunque ya sabíamos que los hogares del concejo de Aller están
muy comprometidos con la reducción, la reutilización y el reciclaje,
pretendíamos conseguir hogares con
residuo cero. El “Reto 21 días para salvar el planeta”,
fue una propuesta del
Proyecto de Salud del IES Valle de Aller para las familias de 1º de la ESO de la Red de Escuelas por el
Reciclaje, dentro FAMILIAS CON CLASE de COGERSA.
21
son los días necesarios, según los expertos, para modificar nuestras costumbres
y rutinas diarias y convertir una conducta en hábito, en este caso los
relacionados con las 3R: reducir, reutilizar y reciclar nuestros residuos. Nuestras
familias lo consiguieron a través de actividades diarias sencillas y
motivadoras. Para ello, cada familia participante en el programa publicaba diariamente
en el muro del facebook establecido para el grupo una imagen o comentario con
el resultado de su participación en el reto. Finalmente, al finalizar la
experiencia, COGERSA obsequió a todos los participantes con un pequeño lote de
productos para ayudar a reducir los residuos.
Lo
primero fue averiguar qué estábamos tirando, es decir, cuántos residuos
generamos cada día en nuestros hogares y cuánto separamos para reciclar. Por
eso, nuestra primera actividad consistió en caracterizar y pesar con ayuda de
una báscula nuestros residuos investigando en la bolsa de la basura:
biorresiduos, plásticos, latas, papel, vidrio, ropa..., para saber la cantidad de residuos que produce
cada persona al día en nuestra familia y que tipo de residuos son más frecuentes
en nuestra basura. Nuestro objetivo consistía
que en esta bolsa quedase sólo lo que no se puede reciclar, o sea, que no haya
recursos en su interior. Una vez finalizado, al volver a analizar nuestra bolsa
de basura comprobamos que el cambio de hábitos se había traducido en una
reducción de la cantidad de residuos que generábamos.
¿Qué hemos aprendido durante esta experiencia?
· Compostar
o depositar en el contenedor marrón los biorresiduos (la mitad de nuestra bolsa de la basura) pues son
materia orgánica biodegradable.
·
Reducir
el uso del papel con empleando las nuevas tecnologías.
·
Reutilizar
más nuestro papel, cartón, envases, vidrio...
·
Reciclar
todo lo que no hemos podido reducir o reutilizar.
·
Separar
el aceite de cocina y hacer jabón.
·
Beber agua
del grifo no genera residuos, es saludable y además mucho más barata que el
agua envasada (como mínimo cuesta 250 veces menos).
·
Llevar siempre nuestra lista de la compra (por ejemplo, creando un grupo de Whatsapp) para
un consumo responsable y conseguir que no nos llevemos a casa productos que no
necesitamos, que podrían acabar convirtiendo en basura.
·
Hacer la
compra sin usar bolsas de plástico de un sólo uso.
·
Llevar nuestra bolsa de tela a la tienda para comprar
pan, frutas y verduras sin plásticos.
·
Llevar nuestros recipientes para comprar carne,
pescado, embutidos, huevos... sin plásticos.
·
Comprar a
granel productos que habitualmente usamos envasados llevando nuestros
propios recipientes reutilizables: bolsa de tela, bote, fiambrera...
·
Sustituir productos de uso habitual en pequeños
envases por otros en envase familiar.
·
Sustituir los yogures en envases de plástico por yogures en envases de cristal.
·
Sustituir algún producto de usar y tirar que empleamos habitualmente por otro recargable
(pilas) o reutilizable (compresas por copas menstruales de silicona,
servilletas de papel por servilletas de tela...).
·
Organizar
una comida para llevar (al colegio, al instituto, al trabajo...) sin residuos mediante cantimploras,
termos, fiambreras, portabocadillos de silicona...
·
Hacer
nuestros propios zumos y batidos para nuestros desayunos y meriendas.
·
Realizar recetas
con sobras: croquetas, canelones, arroz caldoso, purés, batidos, “formigos”,
“picatostas”, “panchón”, etc., pues el 40% del desperdicio de alimentos se produce
en los hogares.
·
Sustituir alimentos de producción lejana por otros
locales (alimentos km cero) pues transportar
los productos genera emisiones y consume productos químicos para conservarlos. Por
ejemplo, hacer macedonia de productos locales (recolectados en Asturias) como
la manzana y kiwi.
·
Realizar desayunos con distintos tipos de pan en lugar de bollería industrial en envases
individualizados.
·
Realizar desayunos con productos caseros sencillos, por lo menos los fines de semana: bizcocho, galletas
de almendra/avellana, picatostas, frisuelos, casadielles, cocadas...
·
Localizar en nuestra localidad tiendas de reparación de objetos
cotidianos, electrodomésticos, ordenadores, móviles,
tablets, bicicletas, zapatos, ropa, paraguas, relojes, gafas...
·
Localizar talleres de artesanía que reutilizan
materiales.
·
Dar una segunda vida a nuestros objetos en el mercado de segunda mano, mercadillos solidarios
o de trueque... o mediante aplicaciones como “ReusApp” (intercambio ciudadano gratuito), “Wallapop” (compra-venta)...
- Aprovechar, como hacían nuestros abuelos el “agua de fregar los cacharros” sin jabón (“esllava”) como bebida para los cerdos.
- Ofrecer a las gallinas y a los cerdos materia orgánica que iría a la basura como restos de comida, la monda de las patatas...
(Mural elaborado por el extremeño Sojo para la Cumbre del Clima Chile-Madrid COP25. IFEMA. Madrid. 2019. Ver http://sojo.com.es/project/cumbre-del-clima-cop-25-plastic-free/)
"…Un botijo para refrigerar el planeta…Libre de plásticos, artesanal y medioambientalmente sostenible, el botijo es solo un ejemplo de tantas soluciones y materiales que ya existen y que son una alternativa al uso del plástico".
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