En la fotografía Lluvia Díaz Díaz, Leyre Lombraña Velasco y Jesús Manuel Vieira Sánchez de 1º ESO
Con este artículo “21 días para salvar el planeta”, pretendemos difundir el mensaje en nuestros lectores de que con pequeños cambios podemos conseguir grandes mejoras a nivel global o planetario.
Aunque ya sabíamos que los hogares del concejo de Aller están muy comprometidos con la reducción, la reutilización y el reciclaje, pretendíamos conseguir hogares con residuo cero. El “Reto 21 días para salvar el planeta”, es una propuesta anual para la SEPR coordinada por el Proyecto de Salud del IES Valle de Aller para las familias de 1º de la ESO de la Red de Escuelas por el Reciclaje, dentro FAMILIAS CON CLASE de COGERSA.
21 son los días necesarios, según los expertos, para modificar nuestras costumbres y rutinas diarias y convertir una conducta en hábito, en este caso los relacionados con las 3R: reducir, reutilizar y reciclar nuestros residuos. Nuestras familias lo consiguieron a través de actividades diarias sencillas y motivadoras. Para ello, cada familia participante en el programa publicaba diariamente, en el muro del Facebook establecido para el grupo, una imagen o comentario con el resultado de su participación en el reto. Finalmente, al finalizar la experiencia, COGERSA obsequió a todos los participantes con un pequeño lote de productos para ayudar a reducir los residuos.
Lo primero fue averiguar qué estábamos tirando, es decir, cuántos residuos generamos cada día en nuestros hogares y cuánto separamos para reciclar. Por eso, nuestra primera actividad consistió en caracterizar y pesar con ayuda de una báscula nuestros residuos investigando en la bolsa de la basura: biorresiduos, plásticos, latas, papel, vidrio, ropa..., para saber la cantidad de residuos que produce cada persona al día en nuestra familia y que tipo de residuos son más frecuentes en nuestra basura. Nuestro objetivo consistía que en esta bolsa quedase sólo lo que no se puede reciclar, o sea, que no haya recursos en su interior. Una vez finalizado, al volver a analizar nuestra bolsa de basura comprobamos que el cambio de hábitos se había traducido en una reducción de la cantidad de residuos que generábamos.
¿Qué hemos aprendido durante esta experiencia?
· Compostar o depositar en el contenedor marrón los biorresiduos (la mitad de nuestra bolsa de la basura) pues son materia orgánica biodegradable.
· Reducir el uso del papel con empleando las nuevas tecnologías.
· Reutilizar más nuestro papel, cartón, envases, vidrio...
· Reciclar todo lo que no hemos podido reducir o reutilizar.
· Separar el aceite de cocina y hacer jabón.
· Beber agua del grifo no genera residuos, es saludable y además mucho más barata que el agua envasada (como mínimo cuesta 250 veces menos).
· Llevar siempre nuestra lista de la compra (por ejemplo, creando un grupo de Whatsapp) para un consumo responsable y conseguir que no nos llevemos a casa productos que no necesitamos, que podrían acabar convirtiendo en basura.
· Hacer la compra sin usar bolsas de plástico de un sólo uso.
· Llevar nuestra bolsa de tela a la tienda para comprar pan, frutas y verduras sin plásticos.
· Llevar nuestros recipientes para comprar carne, pescado, embutidos, huevos... sin plásticos.
· Comprar a granel productos que habitualmente usamos envasados llevando nuestros propios recipientes reutilizables: bolsa de tela, bote, fiambrera...
· Sustituir productos de uso habitual en pequeños envases por otros en envase familiar.
· Sustituir los yogures en envases de plástico por yogures en envases de cristal.
· Sustituir algún producto de usar y tirar que empleamos habitualmente por otro recargable (pilas) o reutilizable (compresas por copas menstruales de silicona, servilletas de papel por servilletas de tela...).
· Organizar una comida para llevar (al colegio, al instituto, al trabajo...) sin residuos mediante cantimploras, termos, fiambreras, portabocadillos de silicona...
· Hacer nuestros propios zumos y batidos para nuestros desayunos y meriendas.
· Realizar recetas con sobras: croquetas, canelones, arroz caldoso, purés, batidos, “formigos”, “picatostes”, “panchón”, etc., pues el 40% del desperdicio de alimentos se produce en los hogares.
· Sustituir alimentos de producción lejana por otros locales (alimentos km cero) pues transportar los productos genera emisiones y consume productos químicos para conservarlos. Por ejemplo, hacer macedonia de productos locales (recolectados en Asturias) como la manzana y kiwi.
· Realizar desayunos con distintos tipos de pan en lugar de bollería industrial en envases individualizados.
· Realizar desayunos con productos caseros sencillos, por lo menos los fines de semana: bizcocho, galletas de almendra/avellana, picatostes, frisuelos, casadielles, cocadas...
· Localizar en nuestra localidad tiendas de reparación de objetos cotidianos, electrodomésticos, ordenadores, móviles, tablets, bicicletas, zapatos, ropa, paraguas, relojes, gafas...
· Localizar talleres de artesanía que reutilizan materiales.
· Dar una segunda vida a nuestros objetos en el mercado de segunda mano, mercadillos solidarios o de trueque... o mediante aplicaciones como “ReusApp” (intercambio ciudadano gratuito), “Wallapop” (compra-venta)...
- Aprovechar, como hacían nuestros abuelos el “agua de fregar los cacharros” sin jabón (“esllava”) como bebida para los cerdos.
- Ofrecer a las gallinas y a los cerdos materia orgánica que iría a la basura como restos de comida, la monda de las patatas...
"…Un botijo para refrigerar el planeta…Libre de plásticos, artesanal y medioambientalmente sostenible, el botijo es solo un ejemplo de tantas soluciones y materiales que ya existen y que son una alternativa al uso del plástico".